Corresponder al amor

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen María 04 (16)
Los primeros pasos de Cristo

Postrado ante el humilde pesebre, contemplo a Jesús Niño, pidiéndole que me enseñe a corresponder al amor.

Para asumir la naturaleza humana y unirse a ella, el Verbo eterno ha ocultado su divinidad, su majestad, su potencia y sabiduría infinita: se ha hecho niño que no puede hablar, que no puede moverse y que en todo depende y todo lo espera de su Madre, criatura suya.
Meditemos este misterio para aplicarlo a nuestra vida. El amor verdadero vence cualquier obstáculo, acepta cualquier condición y sacrificio con tal de poder unirse a quien ama. Si queremos unirnos a Dios, hemos de recorrer un camino semejante al que el Verbo recorrió para unirse a la naturaleza humana: camino de prodigioso abatimiento, de infinita humildad.
Ante nosotros se abre el camino de la “nada”, de la abnegación total.
“Todo, nada; todo, nada”: Es la tonadilla que San Juan de la Cruz canta a su Dios humanado: “Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada”.

Ante el infinito abatimiento del Verbo eterno que se ha hecho carne, no debe parecernos demasiado áspero o exigente este camino. Para corresponder a su amor infinito y demostrarle el nuestro, tenemos que despojarnos generosamente de todo lo que puede retardar nuestra unión con Él: un despojo que ha de comenzar por nuestro amor propio, orgullo, vanidad, por esas pretensiones en afirmar nuestros derechos, nuestros puntillos de honra. ¡Qué contraste entre estas vanas exigencias de nuestro yo y la conmovedora humildad del Verbo encarnado!
“Sic nos amantem, quis non redamaret?” ¿Quién no pagará con amor a quien tanto nos ha amado? (Himno Adeste, fideles).

Concédeme, dulcísimo Jesús, que pueda pagar, un poco al menos, tu infinito amor. Siendo Dios, por amor mío te has hecho hombre; siendo Señor, rico y todopoderoso, te has hecho siervo, pobre y niño pequeño e impotente… Dame fuerza para seguir por amor tuyo con ánimo y generosidad el camino de la nada, del desasimiento total.
Tú por mi amor te has despojado de tu majestad y grandeza, has ocultado toda apariencia de divinidad, te has empequeñecido y humillado hasta el extremo: y todo esto para poder ser
mío, para que yo pudiera no sólo conocerte, sino tenerte todo conmigo, poseerte todo ya que no sólo en Belén, sino diariamente en la Eucaristía me entregas toda tu divinidad y toda tu humanidad, ¿Y no seré yo capaz, miserable criatura tuya, a quien has amado y favorecido tanto, no seré yo capaz de entregarme todo a ti por tu amor, de desnudarme de mi amor propio?

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina